Ciudad de México.- Sudáfrica es considerado el país con la mayor desigualdad económica del mundo, de acuerdo con una medida económica denominada coeficiente de Gini. Pero un reciente análisis reveló que, dentro de la UNAM, la desigualdad en los ingresos de sus trabajadores es mayor que en el país africano.
En la Máxima Casa de Estudios, la llamada “burocracia dorada” no solo tiene sueldos superiores a 110,000 pesos mensuales. Sino que cuentan con ‘transferencias no monetarias’ como automóvil, gasolina, mantenimiento automotriz, chofer, celular, tablet y hasta un fondo para sufragar los alimentos consumidos en un restaurante.
El prestigio académico de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), una de las mejores rankeadas en Latinoamérica y la mejor universidad del país, contrasta con la extrema desigualdad que existen en el pago que da a sus trabajadores, incluyendo no solo a profesores.
El profesor de la Facultad de Economía de la UNAM, Carlos Guerrero Lizardi, elaboró una investigación llamada ‘Por mi raza hablará la desigualdad: una estimación del coeficiente de Gini para 2020’. En el artículo, próximo a publicarse, el economista estima que la desigualdad dentro de la UNAM es peor que la de cualquier país del mundo en términos del ingreso.
“El coeficiente de Gini es el estadístico preferido para evaluar la distribución del ingreso dentro de un país. Su recorrido va de 0 a 1. Un valor de cero implica que los ingresos de todos y cada uno de los integrantes de una sociedad son similares, y un valor de uno refiere que una sola persona se apropia del total de los ingresos de una sociedad −por lo que, consecuentemente, al bolsillo del resto de sus integrantes no caería ni un solo peso ”, explica en el documento.
Sudáfrica, el país más desigual del mundo, tiene un coeficiente de Gini de 0.63, según la última estimación. Un informe del Banco Mundial sobre el continente africano reveló que, en este país, el 10% más acaudalado de la población tiene 80% de la riqueza. Si se tomara a la comunidad puma como una “microsociedad”, indica Carlos Guerrero de Lizardi, el coeficiente de Gini sería de 0.65. Es decir, sería más desigual que Sudáfrica.
La desigualdad tiene un origen institucional
En Sudáfrica, según el Banco Mundial, un factor determinante para la desigualdad extrema es la discriminación racial. En cambio, en la Universidad Nacional Autónoma de México la desigualdad en la dispersión de los salarios para profesores, investigadores, directivos, administrativos y otros trabajadores también tiene su origen en la forma en que se gobierna la UNAM. El economista Carlos Guerrero de Lizardi argumenta que, en las decisiones de la Junta de Gobierno de la UNAM o en los propios Consejos Técnicos, los profesores por hora o de asignatura están subrepresentados. Es decir, a pesar de que imparten más de 70% de las horas clase en la universidad, son los que menos ganan y quienes menos injerencia tienen en la toma de decisiones .
En cambio, “un miembro de nuestra comunidad designado por la Junta de Gobierno normalmente puede llegar a recibir, hasta por once años, un ingreso monetario mensual superior a los 120 mil pesos corrientes”. Esto incluye a directores, profesores eméritos, encargados de posgrado. Esta élite de profesores y funcionarios recibe, además, otras transferencias no monetarias y subsidios.
En contraste, los profesores de asignatura -base docente de la UNAM- no reciben este tipo de apoyos, tienen los peores sueldos y deben renovar contrato cada semestre. Expansión solicitó la postura a la Dirección de Personal de la UNAM, donde, entre otras cosas, también tienen conocimiento de las prestaciones para los trabajadores de la universidad. Sin embargo, no hubo respuesta.
Es una situación casi paralela a lo que sucede en el país, donde solamente 37% de los hogares más pobres es beneficiario de algún programa social, según un análisis realizado por el Instituto de Estudios sobre Desigualdad (INDESIG) con datos recabados por el Inegi en 2020. “La diferencia no es tan amplia respecto de hogares más ricos (decil X), donde 22% reporta ser beneficiario”, indica el INDESIG. Estas proporciones han empeorado con el tiempo, “pues mientras en 2016, el 61% de los hogares más pobres eran beneficiarios de programas sociales. En 2020 sólo 35% lo eran. Y, por el contrario, entre 2016 y 2020 se duplicó el porcentaje de beneficiarios entre los hogares más ricos”.
En la UNAM, por su parte, “las desigualdades entre los académicos pumas rebasan la dimensión exclusivamente monetaria”, pues la élite de directores, secretarios y eméritos reciben otras dádivas que incluyen desde el uso de un automóvil, hasta los gastos en alimentos.
Con información de Expansión.
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